LO INEVITABLE DE LA VIDA (RELATO)

El ruido de los carros, que transitan en la avenida, me recuerda que ya es de día. Abro los ojos lentamente mientras trato de recordar que fue lo que soñé. De pronto, quedo perplejo mirando, lo que veo frente a mí. Estoy acostado en mi cama, o mejor dicho, mi cuerpo esta acostado sobre la cama. Trato de ir hacia éste pero no lo puedo hacer.
- ¡Mamá! Grito pero no hay sonido, sólo lo puedo escuchar en mi mente.
Trato de tocarme en el lugar donde debería estar mi boca, pero ni siquiera veo mis brazos.
- ¡No tengo piernas!, ¡No comprendo que soy!, ¿Dios mío, en que me he convertido? Me pregunto.
Hagamos un recuento,- ¡Cálmate Esteban, cálmate por favor!-. Si puedes ver, tienes ojos, o crees tenerlos. También sé que puedo oír, escucho un:
- Tic tac, tic tac, de forma continua. O mejor lo siento, creo que ese ruido viene de mi vientre.

- ¡Respira, vamos respira!, voy a tratar de imaginar que fue lo que hice anoche.
No, nada, no recuerdo nada. Me siento disgustado pero no sé porqué. Voy a tratar de recordar que hay frente a mi cama, para saber que soy.
- Ya sé, ya sé que soy. El ruido que escucho, es de un reloj, es el reloj de pared que hay en mi cuarto.
- ¿Pero cómo hice posible esto, cómo lo hice? Me pregunto.
Tengo una idea, el convertirme en un reloj, es imposible; es romper las leyes de la física. No me puedo materializar así como así. Pero lo hice, así que también puedo romper otra regla. Voy a devolver la manecilla del reloj, así de esta forma devolveré el tiempo, para llegar hasta el momento en el cual me fui a dormir anoche.
- ¡Si puedes, si puedes!, ¡Vamos Esteban! Me digo a mi mismo mientras trato de mover las manecillas en mi vientre.
De pronto, el sonido cesa.
- ¡Lo logre, lo logre! Grito con fuerza o mejor lo escucho con fuerza en mi mente.
Ahora vamos a hacer girar éstas en sentido contrario. Comienzo a concentrarme y luego de unos intentos, el nuevo sonido comienza a escucharse de forma asonante para mis oídos.
-Tac, tic, tac, tic.
Noto que nada sucede a mí alrededor, nada cambia de forma, excepto el ruido del reloj.
- No pasa nada, no sirve mi idea. Me digo a mi mismo.
De pronto me comienzo a mover de un lado a otro, como un péndulo, entonces oigo una voz en mi mente, una voz que no es la mía.
- ¿Te pasa algo? ¿Esteban, escúchame, te pasa algo?
Me siento mareado, así que cierro mis ojos y espero un par de segundos para abrirlos de nuevo.
Los abro y descubro que estoy de pie en mi habitación mirando el reloj de pared. Bajo mi cabeza y noto mis pies y mis manos, mi brazo izquierdo esta sujetado por una mano.
- ¿Te pasa algo Esteban? Respóndeme, escucho de nuevo.
Giro mi cabeza y veo a mi madre que me está observando con un rostro de preocupación, mirándome fijamente a los ojos. Muevo mi cabeza en una respuesta negativa. Para responderle a ella.
- Vamos, ya es hora, tu Papá nos espera para despedirlo. Me dice ella.
- Ya bajo, le respondo. Mientras giro de nuevo mi cabeza hacia la pared.
Allí está el reloj en el cual estaba convertido hace pocos minutos. Veo detenidamente cómo su manecilla se mueve sin cesar. A veces me gustaría tener la capacidad de devolver el tiempo; de esta forma podría compartir más momentos con mi padre, ahora que está muerto. Pero no lo puedo hacer, no puedo detener ni devolver el tiempo, porqué es inevitable que las manecillas del reloj sigan girando, al menos en la realidad.

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