TRECE (mención especial, VII concurso universitario de Cuento Universidad de la Sabana 2011)



A veces se preguntaba, ¿Quién será el próximo en morir? o ¿Podré recordarlo? En la casa, sólo quedaban trece. Antes, cuando recién había llegado Frank al asilo, no le importaba recordar por mucho tiempo el nombre de todos. Cuando quería dirigirse él a los demás huéspedes del centro, lo hacía de hecho, con su voz grave y firme indicando la ropa que ellos llevaban puesta: “El de la camisa roja” “Aquel, el de la gorra azul”.

 
Los habitantes de la casa, por su parte, se limitaban a hacer caso omiso a los llamados de Frank. Motivo por el cual, su estrategia para comunicarse, tuvo que ser replanteada. Y más, cuando percibió que el número de ocasiones en las que se daba cuenta que comenzaba a olvidar el nombre de las cosas, iba en aumento cada día.

Hoy, no sólo lograba recordar cada uno de sus compañeros, sino que sabía muy bien sus historias. No porque hubiera comenzado a hablar con todos, no, ese no era su estilo. Si hubiese una palabra que describiera la vida de Frank, sería una batalla entre dos vocablos: introversión y egocentrismo.

AMÉLIE COMO UN TODO (ENSAYO)


Un filme como Le fabuleux destin d'Amélie Poulain (Amélie) está compuesto por un guión, una propuesta de fotografía y de sonido, entre una docena de más categorías audiovisuales, pero al final conforma “Una película”. Tanto nuestras vidas como la Vida de Amélie, se componen por un familia, unos sueños, unos recuerdos o acontecimientos día tras día que configuran “Una vida” “Una Gestalt”, un todo que es una unidad.

Dentro de esta unidad, se pueden diferenciar dos elementos, figura y fondo. En primer lugar, Amélie ha vivido a sus veinticinco años con una falta inmensa de contacto interpersonal, ha vivido sin amor en su vida, generando de esta manera una figura (necesidades que tiene el ser humano y van emergiendo, tales necesidades en su existencia movilizan energía física o mental).

Algunas figuras se cierran por parte de la persona de una forma consciente y después desaparecen siendo satisfechas. Pero aquellas que no se cierran, el organismo de la persona lo hace de una forma no consciente, para continuar adelante y preservar el equilibrio “Homeostasis” un proceso inherente como nuestro proceso fisiológico de respirar.